martes, 9 de diciembre de 2014

EL CREDO 


El Credo de la Iglesia se llama el Credo Niceno-Constantinopolitano, pues fue escrito formalmente durante el Primer Concilio Ecuménico en Nicea (en el año 325) y durante el Segundo Concilio Ecuménico en la Ciudad de Constantinopla (año 381).

La palabra "Credo" viene del latín "credo" que quiere decir "yo creo." En la Iglesia Ortodoxa nos referimos al Credo como el Símbolo de la Fe, que literalmente significa la "reunión" y la "expresión" o la "confesión" de la Fe.

En la Iglesia primitiva existían diversas formas de confesión cristiana de la Fe, muchos "Credos." Estos credos originalmente siempre fueron usados en relación al Bautismo. Antes de ser bautizada, cada persona debía proclamar su Fe. El más primitivo Credo Cristiano probablemente fue la simple confesión de Fe afirmando que Jesús es el Cristo, es decir, el Mesías; y que Cristo es el Señor. Confesando públicamente esta creencia de Fe, la persona entonces podía ser bautizada en Cristo, muriendo al pecado y resucitando con El a la Nueva Vida del Reino de Dios en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Al pasar el tiempo, en diferentes lugares se desarrollaron diversos Credos, todos profesando exactamente la misma Fe, con diferentes grados de detalle y énfasis. Estas formas de Credos Cristianos usualmente se desarrollaron de manera más elaborada y detallada en aquellas partes donde habían surgido preguntas acerca de la Fe y donde habían aparecido herejías.

En el siglo cuarto una gran controversia se desarrolló en la Cristiandad acerca de la naturaleza del Hijo de Dios a quien también la Escritura se refiere como el Verbo o Logos. Algunos decían que el Hijo de Dios es una criatura como todo lo creado por Dios. Otros insistían en que el Hijo de Dios es eterno, divino y no creado. Hubo varios concilios que hicieron muchas afirmaciones acerca de la Fe en la Naturaleza del Hijo de Dios. La controversia se propagó por todo el Mundo Cristiano.

Fue la definición proclamada por el Concilio convocado por el Emperador Constantino en la ciudad de Nicea en el año 325, la que finalmente fue aceptada por la Iglesia Ortodoxa como su Símbolo de Fe. Ahora consideramos este Concilio como el Primer Concilio Ecuménico. Su proclamación fue la siguiente:

Primera Parte del Credo
año 325 d. C. 

"Creo en un solo Dios, Padre Omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor, Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos; Luz de Luz; verdadero Dios de Dios verdadero; engendrado, no hecho; Consubstancial al Padre; por quien fueron hechas todas las cosas. Quien, por nosotros los hombres y para nuestra salvación, bajó de los cielos, encarnó del Espíritu Santo y María la Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado, también para nosotros, bajo el poder de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado. Y resucitó al tercer día según las Escrituras. Subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre; y vendrá segunda vez, lleno de gloria, a juzgar a los vivos y a los muertos. Y su Reino no tendrá fin."

Después de la controversia acerca del Hijo de Dios, el Verbo de Dios, y esencialmente relacionada con ella, surgió el conflicto sobre el Espíritu Santo. La siguiente definición proclamada por el Concilio en Constantinopla en el año 381 (que ahora se conoce como el Segundo Concilio Ecuménico), fue agregada al Credo:

Segunda parte del Credo 
año 381 d. C. 

"Y (creo) en el Espíritu Santo, Señor y Vivificador, que procede del Padre, y que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado; que habló por los profetas. Y en Una Iglesia Santa, Católica y Apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. Amén."

Este Símbolo de Fe completo fue adoptado por la Iglesia entera. Se puso en la primera persona singular "Creo", y se usa para la confesión de Fe oficial y formal que una persona (o su padrino) hace en el momento de su bautismo. También es la confesión de Fe que hace el no-cristiano al entrar oficialmente a la Iglesia Ortodoxa. Del mismo modo, el Credo se ha hecho parte de la vida de los cristianos ortodoxos y es un elemento esencial de la Divina Liturgia de la Iglesia Ortodoxa por el que cada persona formal y oficialmente acepta y renueva sus promesas bautismales y confirma ser miembro de la Iglesia. Así, el Símbolo de la Fe es la única parte de la liturgia (repetida de otra forma antes de la Comunión) que está en primera persona singular. Todos los otros himnos y oraciones de la liturgia están en plural, comenzando con "nosotros." Únicamente la confesión de Fe comienza con "yo." Esto, como ya veremos, es así, porque la Fe es primeramente personal y sólo después comunitaria y colectiva.

Ser Cristiano Ortodoxo significa afirmar y aceptar la Fe Cristiana Ortodoxa, no solamente las palabras, sino el significado esencial del Símbolo de Fe Niceno-Constantinopolitano. Asimismo, significa afirmar y aceptar todo lo que esta confesión implica, y todo lo que ha sido expresamente desarrollado de ella y construido sobre ella en la historia de la Iglesia Ortodoxa durante los siglos, hasta el día de hoy.

EL CREDO

Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, de todas las cosas visibles e Invisibles. Y en un Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Luz de Luz, Verdadero Dios de Dios Verdadero, engendrado, no hecho, Consubstancial con el Padre por quien todas las cosas fueron hechas. Quien, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajo de los cielos y se encarnó del Espíritu Santo y María la Virgen, y se hizo Hombre. Y fue crucificado también por nosotros bajo Poncio Pilatos, y padeció y fue sepultado. Y al tercer día resucito, según las Escrituras. Y subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre; y otra vez ha de venir con gloria, a juzgar a los vivos y a los muertos. Y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor, y Dador de vida, que del Padre procede, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado, que hablo por los profetas. Y en la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos, y la vida del siglo venidero. Amén. 
La Señal de La Cruz

Observe la posición de los dedos 

Para hacer la señal de la cruz debemos juntar los tres primeros dedos de la mano derecha (pulgar, índice y medio) y los otros dos (anular y meñique), se doblan hacia la palma.

Los tres primeros dedos nos demuestran nuestra fe en la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.  Los dos dedos doblados, significan que el Hijo de Dios bajó a la tierra siendo Dios y se hizo hombre, demostrándonos sus dos naturalezas, la divina y la humana.
 

 
Al iniciar la señal de la cruz ponemos los tres dedos juntos en: 

  1. La frente: Para santificar nuestra mente
  2. En el pecho: Para santificar nuestros sentimientos interiores 
  3. Al hombro derecho 
  4. Y después al izquierdo: Para santificar nuestras fuerzas corporales.

 
La señal de la Cruz en la tradición bizantina, es en realidad la forma original que tuvo esta práctica entre todos los cristianos de los tiempos de la Iglesia Indivisa tanto de Occidente, como de Oriente.
 
Esta manera antiquísima de persignarse que aún se conserva en el seno de la Iglesia Ortodoxa, expresa de manera simple y lógica la doctrina trinitaria, puesto que el cristiano cuando pone sus dedos de la frente al pecho, lo hace diciendo en nombre del Padre, cuando se dirige al hombro derecho, dice en nombre del Hijo, y cuando se dirige al hombro izquierdo, dice en nombre del Espíritu Santo, y esto tiene su razón de ser, y es la siguiente: el Hijo está sentado a la derecha del Padre; es por eso que entre los ortodoxos la señal de la Cruz se hace de derecha a izquierda, y no a la inversa como es el uso común entre los cristianos de Occidente.
 
Cuando nos persignamos debemos hacerlo repitiendo mentalmente: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén." Así demostramos nuestra fe en la Santísima Trinidad. En nuestro deseo de vivir y trabajar para la gloria de Dios. La palabra Amén significa: "De verdad" o "Así sea."


La señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal. Tenemos que hacerlo correctamente, sin apuro, respetuosamente y conscientemente del acto que significa el persignarse.  Debemos persignarnos: al iniciar, durante y al final de una oración; al reverenciar los iconos; al entrar y salir de la Iglesia; al besar la vivificante Cruz; también hay que hacerlo en los momentos críticos de nuestras vidas, en alegrías y pena, en dolor y congoja; antes y después de las comidas.

Bienvenidos Niños y Niñas

a esta nueva sección en donde podrán encontrarmaterial para su Instrucción Básica Ortodoxa. Que estaremos actualizando continuamente.